Richard y Marla ostentaban entre sí un amor secreto, quizá el más discreto en toda la historia de las pasiones humanas. No hacían daño a nadie y así lo preferían, ambos compartían la dirección del Proyecto Nivel 42, un programa artístico ambicioso que exigía la mayor compostura en lo profesional y personal. De allí sus elaborados planes para disfrutarse mutuamente los cuales comprendían toda una elaborada estrategia exitosa, hasta el viernes pasado. Luego de disfrutar una cena de carácter laboral pero pasada de copas, corrieron como niños a amarse en aquel motel, su preferido. Era el único que conocían con el sistema de circuito cerrado fuera de servicio, lo que les aseguraba el anonimato. Cambiar de auto, de ropa, de rutas, el uso de lentes, gorras y otros implementos eran la llave de su éxito y con excelente resultado. Esa noche no iba a ser menos, ya en la cama, en pleno acto amatorio y con Marla encima de él, algo no anda bien, Richard está sudando excesiv...