Los días lejos:
Viajo por una complicación cardíaca que padece mi abuelo. Él es un hombre mayor, bastante optimista y feliz, a pesar de las grandes derrotas y derribos que la vida le ha dado. Un hombre bastante culto y risueño como solo es él. Un viejo querendón.
Cuando yo apenas crecía en mis cortos 4 años fue gracias a él de quien obtuve mi amor por la literatura. Es un señor con mucho amor por sus hijos y nietos, y siendo yo uno de sus favoritos me compraba galletas y paletas que me daba a escondidas. Entonces me mortifica mucho verlo sobre una cama, postrado, deteriorado por el tiempo, socavado. Está enfermo, sí. Es cierto. Pero veo la vida pasar por sus ojos grises. Me pude colar gracias a los doctores muy amables al área donde se encuentra, que es un área donde no se reciben visitas. Es sordo. Así que le hago señas para que pueda entenderme y de pronto me empieza a contar que un señor está también en ese hospital. El señor Daniel Colen. Mi abuelo no sabe que estamos en otra ciudad, está totalmente inhibo al lugar y tiempo. Pero encuentra amor por los demás, preocupación por su prójimo, como siempre ha sido él. Todo lo bueno que hay en el mundo desborda de él cuando me dice: Está malito Daniel Colen. Y está en este hospital.
Qué tan grande debe ser el amor para que te preocupes por alguien que no es tan allegado a ti, y sobretodo que te preocupes en un momento tan malo de tu vida, donde se te debe realizar una operación de corazón.
No creo que haya una persona más amorosa que mi abuelo. Le escribo a Koral para contárselo. No quiero llorar, no quiero preocuparla. No se lo merece. Solo le digo que mi abuelo está mejor. Que él vivirá. Lo he visto. Y se animó a contarnos a los doctores y pacientes que yacían en la misma habitación unos de sus tantos chistes que acostumbra en nochebuena.
Muy tarde ya, por la noche. Mi abuelo aún en el hospital, yo en un departamento que no es mío, que parece que no es de nadie, pero en el que he sido bienvenido, miro desde el balcón y pienso en todas las cosas buenas. En mi abuelo, en mi familia, en mi novia, que habla por teléfono conmigo.
Y ahora pienso mucho mejor:
Quiero llegar a esa edad, con esos bríos, con ese amor tan bien cultivado, quiero sonreír al mundo, a la suspicacia. Ojalá me salgan algunos chistes así de buenos y te los pueda contar a ti.
Ojalá hayan mas momentos felices como aquel.
Ojalá los pueda compartir contigo, Koral.
En estos, los días lejos que nos toca vivir me doy cuenta de que no quiero que se prolonguen.
Nunca me sentiré lejos de nada si estás tú cerca de mí.
Comentarios
Publicar un comentario