Capitulo Uno / El Ciclo Natural
–Por
acá está el sujeto de nuevo Doctora Giner–Interrumpe el inspector en el
consultorio–
–Gracias
inspector Murillo, por favor entren–Responde afable la doctora–
–Deme
un minuto para esposarlo a la silla, será rápido.
–Disculpe
inspector, pero lo necesito sin esposas como siempre, dentro de mi consultorio
es mi paciente, no es un reo.
–Es
el protocolo y por su seguridad además, este hombre está acusado de varios
asesinatos perpetrados con sus manos, no puedo quitarle las esposas.
–No
voy a proceder con el diagnóstico mientras mi paciente se encuentre así.
–Doctora,
en ese caso me quedo acá con ustedes, es un riesgo.
–Eso
tampoco lo puedo permitir, es una consulta de carácter confidencial como todas,
lo que se va a hablar requiere un clima de confianza, no va a ser posible con
usted dentro.
–Le
recuerdo que estas consultas las paga el estado, solo requerimos cumplir con
las formalidades para encerrar a este engendro, por favor avancemos Doctora.
–Debo
pedirle que le libere de las esposas y espere afuera, puede quedarse junto a la
puerta inspector, le llamo si lo necesito ¿Estamos de acuerdo?
–No
estoy de acuerdo, pero allí estaré aunque esto se hace bajo su responsabilidad.
Liberado
de las esposas que tanto le apretaban, el Señor Wolf se sienta frente a la
doctora mirando al piso, como quien busca algo o quizá observa las cadenas en
sus pies mientras se hace masajes sobre el daño en la piel de sus muñecas.
–Comencemos
entonces Señor Wolf, ¿Le puedo seguir llamando sólo Wolf?
–Como
guste, es importante que usted se sienta cómoda conmigo–Responde fríamente
levantando la mirada hacia su interlocutora, abriendo sus grandes ojos azules–
–Esto
va a ser muy rápido Wolf, intercambiaremos impresiones mientras lleno
estos formularios, luego podrás irte con el inspector, seguramente pasarás un
tiempo recuperándote en el Psiquiátrico de Sebucán, es un sitio muy tranquilo.
–¿Recuperarme
de qué doctora? Hice lo único que podía hacer, nada más.
–Wolf,
tienes varios homicidios en tu expediente. Personas inocentes que tenían una
vida por delante, allí están las pruebas, los testigos, tu testimonio…todo
listo para condenarte.
–Usted
lo llama homicidio, nosotros lo llamamos “ciclo natural” ¿Ve la diferencia?
–¿Te
parece un ciclo natural desgarrar personas y arrancarles la piel?
–Ustedes
aún no lo comprenden, es cuestión de tiempo.
–¿Qué
debemos comprender? ¡Que desgarraste a tus víctimas con alguna herramienta
filosa y les destrozaste la cara a todos! Es cuestión de horas para que
encuentren con que hiciste semejante tarea.
–No
fue una herramienta filosa doctora, usted es más inteligente que ellos, lo
sabe.
–Ah
si…declaraste haberlo hecho con tus manos y tus colmillos, pero tu dentadura es
tan común como la de cualquiera y tus manos solo son fuertes, no hay presencia
de garras o algo que se le parezca.
–Cuando
va a suceder, solo pasa doctora. No lo controlamos.
–Hablas
siempre en plural, ósea que tienes cómplices, pero no es mi área, eso lo
determinarán en el comando, yo solo hago el informe.
–No
somos cómplices, es un concepto impreciso, somos hermanos y no de ahora, el
llamado es de sangre y solo lo atendemos, no son homicidios doctora es “control
de población” también.
–A
ver: “Ciclo natural” y “Control de Población” ¿Sabes que no encuentro un orden
todavía? Cuatro mujeres y dos hombres: Dos latinas, una caucásica, una anciana,
un afro descendiente y un obeso. ¿Qué sigue? ¿Niños?
–No
doctora, los principios son muy claros: Ni animales, ni niños. Y no hay patrones.
–¿Quién
te da las indicaciones?–Le pregunta la doctora cruzándose de brazos–
–No
busque polemizar, como le dije antes usted es mucho más inteligente que ellos,
deje eso para los detectives, a ellos les pagan por perder el tiempo con esas
nimiedades.
En
ese momento son interrumpidos por el inspector, quien abre la puerta un poco y
pregunta si todo está bien, a lo que la doctora responde positivamente y le
indica que queda muy poco, unos minutos quizá.
–Señor
Winston Waldemar Wolf Wagner, también llamado como el “Ciudadano W” ¿Está usted
consciente del procedimiento médico del cual es objeto y del por qué se
encuentra en este instituto?
–No
me agrada ese remoquete, no soy el “Ciudadano
W”, me pueden llamar solo Wolf y no hay ningún proceso, solo una serie de
arbitrariedades para justificar sus errores, ustedes no ayudan ni salvan a
nadie, allá fuera la población pide a gritos ser controlada ¿Y qué hace el
estado? Los políticos están tan confundidos y asustados como todos, solo que
resguardados, son incapaces de tomar medidas que detengan la superpoblación, la
contaminación, el abuso hacia los animales, la destrucción del planeta y la
suciedad en la que nos hemos hundido. No pueden doctora. Por eso estamos acá.
–Wolf,
¿Crees ser una especie de héroe lobo o tienes gran afinidad con estos seres?
–No
sé con certeza lo que soy doctora. Quizá usted me pueda ayudar con eso aunque
creo con firmeza que los políticos son los verdaderos depredadores.
–Wolf,
creo que hemos terminado por hoy. ¿Quieres decirme algo más? Dejé en blanco el
cuadro de “Comentarios del paciente” porque creo que lo has dicho todo, pero si
gustas anoto.
–Sólo
que la voy a visitar pronto doctora, puede anotar eso.
–No
lo haré Wolf, eso no es un comentario. ¿Acaso me estás amenazando?
–No
es una amenaza, es una promesa–Sentencia Wolf aderezando el comentario con una
sonrisa que deja ver la armonía de sus dientes con el resto de su perfecto
rostro, en otra vida podría ser un modelo de catálogos o un actor famoso, el
dejo de su incipiente barba le da un ligero aire de descuido que combina muy
bien con su larga y rubia cabellera, nada mal para un asesino, pensó la
doctora–
–¡Inspector!
Por favor retire al paciente, acá hemos terminado, muchas gracias por su
paciencia, yo misma entregaré el informe y los soportes esta tarde.
Y
así sucedió, el Señor Wolf no la atacó dentro del consultorio, ni trató de
escapar. Quizá su plan debe ser aún
mayor, con altas expectativas. No es un hombre que busque la notoriedad, más
bien es un idealista que cree ciegamente en la voz que cree escuchar y como
buen hijo de un militar, no duda en obedecer. Ofreció sus manos al inspector
para ser esposado nuevamente, no se quejó ni opuso resistencia, su actitud era
de entrega pero no hay que confundirse: El señor Wolf va por más, eso es seguro.
Capitulo Dos / El Ciudadano W
Transcurrieron
seis semanas exactas desde la última cita, cuando un escándalo sacudió a la ciudad
de Caracas, la noche del cuatro de junio del año 1990 fueron encontrados
heridos de gravedad dos enfermeros de guardia y un vigilante nocturno, todos con
el rostro destrozado y visibles heridas en todo su cuerpo, en cuestión de horas
se supo del escape del “Ciudadano W”,
no le hizo falta romper rejas, ventanas ni barrotes, de alguna forma ya no
estaba. El vigilante y uno de los enfermeros fallecieron a causa de las
heridas, el otro sufrió un paro respiratorio mientras era intervenido.
La
doctora fue contactada nuevamente, esta vez para poder indagar en los detalles
de la consulta reciente, cualquier pista es buena cuando no se sabe por dónde
comenzar:
–Buenos
días doctora, le habla Murillo, el inspector–Se escucha al otro lado del
auricular–
–Si
Murillo, sé quién y se también el motivo de la llamada, ¿No pudieron
contenerlo?
–Estaba
bajo cuidado clínico y sedado, ignoramos otros detalles. Ahora necesitamos su ayuda doctora, lo que
nos pueda decir podrá ayudar a capturarlo o evitar otra desgracia.
–No
creo, aquella consulta fue breve y puntual, encontré al mismo disociado que
reflejaban los informes, lamento decirle que no tengo nada para ustedes salvo
que se cree licántropo, escucha una voz que le dice que hacer, está seguro y
orgulloso de su labor y no se va a detener, nada más inspector pero eso ya
ustedes lo sabían. ¿O me llama por otro motivo?
–Doctora,
sabemos que la va a visitar, ignoramos cuando lo hará y hay que tomar las
previsiones.
–¿Ustedes
grabaron la consulta? ¿No respetan el derecho de confidencialidad inspector?
–No
le debo explicaciones pero si hay vidas en riesgo no podemos hacerlo, son las
normas y también tememos por su seguridad.
–¡Pues
no sé cuándo vendrá! ¡Ni sé si va a cumplir su promesa! ¡Ahora que andan de
fisgones, envíen una unidad y no pierdan el tiempo!
La
casa de la Doctora Giner estuvo vigilada día y noche, dos guardias diurnas que
se intercalaban y una nocturna compuesta por cuatro agentes, nada sucedía sin
que lo supiera el estado, por más incómodo que resultara era necesario en estas
circunstancias, se había llegado a una situación muy tensa sin pistas, ni testigos,
ni nuevos asesinatos, nada. Las únicas personas en la enorme casa eran la
doctora y su hijo de seis años, además de un pastor alemán llamado “Belga”, por
recomendaciones de los cuerpos de seguridad se mudaron a una sola habitación
mientras pasaba la contingencia, el Señor Wolf no podía esconderse por siempre
y estaba todo dispuesto para recibirlo.
Capitulo Tres / Ni Animales, ni Niños
Tres
semanas después de los hechos, todos bajaron la guardia en alguna forma, el
estado siempre es eficiente a su manera y con una clara tendencia a relajarse que propicia las oportunidades menos afortunadas, eso es una verdad. El día miércoles 24 de junio parecía un día
cualquiera acompañado de una noche común como tantas otras, la doctora Giner
estaba inquieta desde el día del incidente, ella estaba segura que Wolf iba a
cumplir su promesa, de otra forma no la hubiese hecho. Esa misma madrugada
recibiría la visita que tanto evitaba, mientras era distraída con pequeños sonidos
provenientes de la cocina, que inevitablemente la despertaron y la llevaron a revisar,
lo encontró a su regreso desnudo y sentado plácidamente en la cama al
lado de su hijo Gabriel, quien dormía plácidamente.
–Buenas
noches doctora, le he cumplido.
–Wolf
¿Qué hiciste? ¿Era necesario?–Le pregunta paralizada desde la puerta de la habitación–
–Ya
no podía seguir allí y no me iban a liberar, tenía que ser así.
–“Belga”
no ladró, eso es muy extraño ¿Le hiciste algo?
–No
doctora, no hizo falta. Él sabe reconocer la ascendencia, está tranquilo y está
bien.
–Estas
desnudo Wolf, ¿Qué pretendes?
–¿Ahora
la perturbo doctora?
–“Ni
animales ni niños” eso recuerdo Wolf, espero que lo sostengas.
–Recuerda
usted muy bien pero su cría está a salvo, vine a despedirme, aunque no es la
primera vez que la visito pero hoy quise hablarle.
–¿Has
estado antes acá? Lo imaginaba.
–Todos
observamos lo que nos agrada, lo que nos causa placer y eso no hay que
impedirlo, es usted una mujer muy hermosa pero ya no tengo tiempo.
–¿Qué
piensas hacer? ¿A dónde vas?
–Nos
vamos, es nuestro momento, la voz nos llama pero volveremos doctora.
–¿Se
van todos? ¿Por qué no nos dejan en paz?
–Alguien
debe controlar, eso ya lo hablamos.
–Wolf…¿Si
estás consciente que no eres un lobo? ¿Lo sabes?
–Le
respondo con una pregunta doctora: ¿Entonces cómo explica mi vida? Sé bien lo que
he hecho y no son actos humanos.
–Eso
trato de explicarme Wolf…déjate ayudar.
Wolf
se levantó con delicadeza de la cama, no por evitar despertar al niño sino que
así era su andar: Sigiloso, delicado y de pasos inaudibles. Mientras se
acercaba a la doctora, la luz de afuera bañó su cuerpo y lo pudo ver con
claridad, muy fuerte y bien formado, una vez más pensó que era un asesino muy
particular. Él se acercó a ella lo más que pudo, tomó su tiempo para olfatearla,
comenzó por su cuello, su cabello recogido y luego su cara. Ella podía sentir
su calor, su olor y quizá algo más, su desnudez la inquietaba no por deseo
propiamente sino por un natural impulso a observar e interpretar, a querer
saber más aunque se reconocía en franco peligro junto a su hijo.
–¿Cómo
me ubicaste Wolf?–Apenas si pudo preguntarle con voz temblorosa–
–Fue
fácil hallarla, seguí su rastro doctora. Usted despide un olor muy
particular–Le susurró al oído–Es imposible ignorarla.
La
doctora Giner temblaba y Wolf lo sabía, experimentaba por vez primera una
mezcla de temor y al vez una curiosidad malsana por conocer las intenciones
reales del prófugo. Habían transcurrido más de diez meses desde que lo
diagnosticó por vez primera, sumando las entrevistas preliminares y el resto de
las consultas eran ya unos nueve encuentros donde había hurgado desde su niñez
como hijo único plagada de las complacencias de un padre con poder, sin tiempo
para él y con la ausencia de la madre, pasando por una adolescencia sin límites
de ningún tipo hasta llegar a esta etapa adulta confusa, contradictora, roída
emocionalmente y dañada para siempre. ¿Cómo
llegó a convertirse en una bestia de ese calibre? ¿Dónde estuvo el punto de
quiebre? ¿Cómo establecer el orden exacto de los eventos que le llevaron a esta
transición? Esa y muchas dudas rondaban su mente, solo que por el momento se
encontraba a centímetros de un homicida desnudo y altamente volátil, si daba
los pasos correctos podría contar la historia.
–Wolf
es mejor que te vayas, afuera hay agentes…bueno, si aún están vivos, evitemos
lo peor, son muchas desgracias, no queremos eso.
–Adiós
doctora, volveré. No tenga miedo, no de mi–Le dijo mirándola fijamente a los
ojos en medio de las sombras del cuarto–
–No
lo puedo evitar. Ahora vete antes de que pase algo.
Wolf
se dio la vuelta solo para observar al niño, en un par de segundos salió de la
habitación y en unos minutos ya no estaba, la doctora cayó arrodillada al suelo
presa del miedo y la tensión recién vivida, allí permaneció varios minutos
antes de sucumbir.
Del
Señor Wolf no se supo nada más, ni de tantos homicidios inexplicables. El caso
quedó como expediente abierto a la espera de la captura o de cualquier novedad
que se le pudiera sumar, la seguridad fue retirada paulatinamente y la ciudad de
Caracas volvió a su ritmo habitual de tráfico, smog, movimiento, confusión, locura
y claro, crímenes de todo tipo y homicidios horrendos, sólo que esta vez tenían
otros autores un poco más predecibles.
Esta
historia realmente continuará.
FIN

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